VINOS “BRISADOS”
Existe
un tipo de vinos blancos que se salen de lo convencional al haber sufrido
una fermentación usualmente destinada a
los vinos tintos: el mosto fermenta en el depósito, en la tinaja o en la
barrica, en presencia de los hollejos. Esto hace que el vino así obtenido sufra
una serie de transformaciones organolépticas que le imprimen un carácter muy
peculiar. Son los tradicionalmente llamados “vinos brisados” o más modernamente
“vinos naranjas” (no confundir con los vinos de naranja del Condado de Huelva).
En
España existen zonas donde hasta finales del siglo XIX era habitual elaborar
vinos brisados. Destacaremos en Madrid la zona de San Martín de Valdeiglesias,
donde la casta Albillo era la protagonista, y la tarraconense comarca de la
Terra Alta, donde todavía se elaboran, casi todos a partir de la Garnacha
Blanca.
En
un antiguo tratado de viticultura conservado en los fondos de la biblioteca del
MAGRAMA (Ministerio de Agricultura, alimentación y Medio Ambiente), se distingue
claramente a la hora de vinificar, entre el vino blanco “virgen”, elaborado sin
presencia del hollejo y el vino blanco brisado, atribuyéndole a este último
propiedades aromáticas y sápidas de mucha menor calidad que el primero. Se
recomendaba en el caso de vinificar “en tinto”, que la vendimia fuera temprana
para conservar algo de acidez y que el contacto con la piel se limitase a unos
pocos días, realizando el resto de la fermentación “en blanco” para evitar
suciedades y sensaciones desagradables.
Volviendo
a la actualidad, podemos encontrar vinos brisados amparados por la D.O. Terra Alta, de donde destacaré el del Celler Bárbara Forés, o el de Orto
Vins, de la vecina D.O. Montsant. Ya fuera de esta zona hay una serie de
elaboradores que apuestan por este tipo de vinos. Citaré sin desmerecer a otros
al manchego Samuel Cano de bodegas Patio y a los alicantinos Rafa Bernabé con
sus Viñedos Culturales y Joan de la Casa
con sus Nimi blancos. También el vallisoletano
Alfredo Maestro elabora así su blanco
Lovamor y una pareja de viticultores australianos afincados en Calatayud
elaboran el Blanga en su bodega Casa de Si.
Hay
que reconocer que son vinos algo particulares que no gustan a cualquiera y
tienen que estar muy bien elaborados para no dar demasiadas sensaciones de
oxidación y falta de finura. A cambio derrochan personalidad, rudeza y
autenticidad. Son los últimos exponentes de una cultura pasada, pero por suerte
no extinguida. Piezas de nuestra historia.
1 comentarios:
Muy interesante tu post, hasta el momento no he tenido oportunidad de probar estos vinos pero tras leer tu post estoy deseando hacerlo, buscaré los que recomiendas :) Gracias por compartirlo, un beso y un brindis desde Cariñena
Sandra
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