DISPUESTO PARA HACERNOS DISFRUTAR CON MUCHO NIVEL
Llevo
siguiendo y disfrutando este vino desde sus comienzos y cada añada me vuelvo a
sorprender de la maestría que demuestra Pepe Mendoza a la hora de crear un vino
que “lo tiene todo”. Me explico: Tiene una calidad y una elegancia patente y demostrable
con sólo llevarse la copa a los labios, es capaz de plasmar lo que pueden dar
ciertas variedades, que en su día fueron foráneas, si se respeta la viticultura
y se ayuda a la planta a crecer y adaptarse por si misma y por último, es un vino muy capaz de convencer desde al profesional más avezado hasta al
simple aficionado al vino. Gusta, se hace querer y beber sin brusquedades ni el
más mínimo esfuerzo y además refunde las características que debe reunir un
vino para hacerse grande sin ser pretencioso. Siempre está entre los vinos de
Alicante que aconsejo probar a los entendidos de otras regiones o países y si
el destinatario del consejo no es un profesional en el sentido estricto del
término, pasa de ser “uno de los que” para ser “el que”. Veamos como se
presenta esta añada:
VISTA.
Negro Azulado de capa muy alta, con ribete cárdeno delgado y repleto de materia
colorante. Limpio y con un brillo muy atractivo. Se nota que es un recién
nacido y que tiene vida y potencia por delante para dar y regalar.
NARIZ.
Frutilla del bosque acídula y mora madura, todo ello envuelto en un sinfín de
notas florales y perfumadas de las que destacaría la violeta y la azucena.
Cuando se oxigena la copa, aparecen notas a fruta mucho más madura, dando
ciruela y mermelada de tomate. La madera se ve muy cuidada y comedida,
aportando “únicamente” un abanico de especiados (clavo, nuez moscada, pebrella),
que se entremezcla con notas a tabaco, cacao y unos leves tostados algo
amaderados. Si lo dejamos respirar unos
minutos, a la fruta madura se añade un sinfín de balsámicos (laurel, menta,
hinojo) y notas de monte bajo que delatan su moderado carácter mediterráneo
(tomillo, comino, salvia).
En
esta nariz tenemos un equilibrio muy logrado entre fruta no excesivamente
golosa, alcohol que en ninguna fase se marca por encima de lo deseable y madera
que además de no apoderarse, da lo mejor de sí de una forma muy sutil.
BOCA.
La entrada es bastante seca y se olvida ya de madureces y florecillas. Ya deja
clara desde un comienzo la seriedad del vino que se está catando. El paso es
fluido y liviano, carente de taninos ni “agarres” en el paladar por algún
elemento que pudiera estar a medio domesticar. El centro de boca derrocha
elegancia frutal, acidez algo subida en detrimento de algún toque dulcificado
que quizá venga con los años y una retronasal a mora y grosella negra que
también dejan ver su arista acídula. El final de boca es bastante largo y nos
ofrece una combinación muy correcta entre ciruela bastante madura y una
sensación algo maderosa y ligeramente pulverulenta (serrín), que permanece en
la lengua durante un corto espacio de tiempo.
En
conclusión tenemos un vino perteneciente a una saga cuya fama (ganada a pulso
desde hace muchos años) le precede y que
en esta añada también cumplirá las expectativas y hará honor a su familia, pero
en esta ocasión ya desde el momento de ver la luz. No esperen grandes mejorías
con el transcurrir de los años, porque sencillamente no las necesita. Ha nacido
elegante y con un equilibrio casi perfecto. Por supuesto que tiene vida y
capacidad de guarda para rato, pero se disfruta en todas sus facetas desde hoy
mismo sin tener que esperar una evolución que en mi opinión no va a aportar
mucho más goce para los sentidos del que nos está dando hoy.
Tipo
de vino: Tinto con crianza (17 meses en roble francés).
D.O./
Zona: Alicante.
Variedades:
70% Cabernet sauvignon, 15% Merlot y 15% Syrah.
Grad.
Alcoh.: 14º Alc.
Bodega:
Enrique Mendoza. Partida El Romeral, s/n. Alfaz del Pí (Alicante) tlf. 965 888
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